Coronilla al Padre Pío,
Novena y otras oraciones

San Padre Pío, nacido el 25 de mayo de 1887 en Pietrelcina, Italia, fue un sacerdote capuchino conocido por su profundo amor a Dios y a las personas que lo rodeaban. Soportó las heridas de Cristo (estigmas) durante más de 50 años, y se le dieron muchas bendiciones espirituales sobrenaturales, como la bilocación, la lectura de los corazones de las personas (especialmente en la confesión), la levitación, las visiones y el don de la curación. En enero de 1940, el Padre Pío comenzó lo que él consideraría la obra más grande de su vida: la Casa Sollievo della Sofferenza (un Hogar para el Alivio del Sufrimiento). En mayo de 1956, el centro finalmente abrió sus puertas con 300 camas, pero hoy cuenta con unas 1.200 camas divididas en 30 salas médicas y quirúrgicas.

Para conocer más sobre este gran santo, visita https://www.padrepiodapietrelcina.com/en/.

La vida y la misión del Padre Pío prueban que las dificultades y los dolores, si se aceptan por amor, se transforman en un camino privilegiado de santidad, que se abre a los horizontes de un bien mayor, conocido sólo por el Señor. – Pope Saint John Paul II

Coronilla de San Padre Pío

La Coronilla de San Padre Pío consta de tres juegos de tres cuentas. Comienza con una oración de intercesión que se utilizó para el proceso de canonización de San Padre Pío y concluye con la oración que San Pío decía después de cada Sagrada Comunión.

En el Crucifijo, ora:  Oh Jesús, lleno de gracia y de caridad, víctima por los pecadores, tan impulsado por Tu amor por nosotros que deseas morir en la cruz, te suplico humildemente que glorifiques en el cielo y en la tierra al siervo de Dios Padre Pío de Pietrelcina, que generosamente participo en Tus sufrimientos, que tanto te amó y trabajó tan fielmente para la gloria de Tu Padre Celestial y para el bien de las almas.

Con confianza, Te suplico que me concedas, por su intercesión (menciona aquí su petición…) lo que deseo ardientemente.

En los 3 juegos de 3 cuentas, ora:
Padre Nuestro…
Dios te salve María…
Gloria al Padre

Al final, ora:

Quédate, Señor, conmigo, porque es necesario tenerte presente para no olvidarte. Sabes cuán fácilmente te abandono.

Quédate, Señor, conmigo, pues soy débil y necesito Tu fuerza para no caer muchas veces.

Quédate, Señor, conmigo, porque eres mi luz y sin Ti estoy en tinieblas.

Quédate, Señor, conmigo, para darme a conocer Tu voluntad.

Quédate, Señor, conmigo, para que oiga Tu voz y te siga.

Quédate, Señor, conmigo, pues deseo amarte mucho y estar siempre en Tu compañía.

Quédate, Señor, conmigo, si quieres que te sea fiel.

Quédate, Señor, conmigo, porque por más pobre que sea mi alma, desea ser para Ti un lugar de consuelo y un nido de amor.

Quédate, Jesús, conmigo, pues es tarde y el día se acaba. La vida pasa; la muerte, el juicio, la eternidad se acercan y es necesario recuperar mis fuerzas para no demorarme en el camino, y para ello te necesito. Ya es tarde y la muerte se acerca. Temo la oscuridad, las tentaciones, la aridez, la cruz, los sufrimientos – y te necesito mucho, Jesús mío, en esta noche de exilio.

Quédate, Jesús, conmigo, porque en esta noche de la vida, de peligros, necesito de Ti. Haz que, como Tus discípulos, te reconozca en la fracción del pan; que la comunión eucarística sea la luz que disipe las tinieblas, la fuerza que me sustenta y la única alegría de mi corazón.

Quédate, Señor, conmigo, porque en la hora de la muerte quiero estar unido a Ti; si no por la comunión, al menos por la gracia y por el amor.

Quédate, Señor, conmigo; sólo a Ti te busco; Tu amor, Tu gracia, Tu voluntad, Tu corazón, Tu espíritu, porque te amo y no pido otra recompensa sino amarte más. Con un amor firme, práctico, amarte de todo corazón en la tierra para seguirte amando perfectamente por toda la eternidad.

Novena a San Padre Pío

La intercesión de San Pío de Pietrelcina fue muy poderosa durante su vida, y una vez le dijo a alguien: “No te preocupes por quitarme el tiempo, porque el tiempo que más me gusta es el que dedico a la santificación de las almas“. Sin embargo, es más poderoso ahora que está con Jesús, y nos prometió que “Cuando muera, le pediré al Señor que me deje permanecer en el umbral del Paraíso, y no entraré hasta el último de mis hijos espirituales ha entrado.”

Dirijámonos a San Padre Pío con la confianza de que nos ama como a sus hijos y presentará nuestras peticiones a Jesús. Tengamos también la confianza de que Dios responderá a nuestras peticiones de manera que conduzca a la santificación de nuestras almas, aunque no sea lo que esperábamos.

PRIMER DÍA

Amado San Pío de Pietrelcina, has tenido en tu cuerpo los signos de la Pasión de nuestro Señor Jesucristo. Has llevado este estigma por todos, soportando los sufrimientos tanto físicos como mentales que atormentaban tu alma y tu cuerpo en un continuo sacrificio. Te suplicamos que ores por nosotros, para que seamos capaces de aceptar las cruces pequeñas y grandes que también nosotros debemos llevar durante nuestra vida en la tierra y ofrecer estos sufrimientos a Dios, asegurándonos un lugar con Él en la vida eterna.

“Te conviene comprometerte con los sufrimientos que Jesús te enviará. Jesús no puede tolerar verte afligido y vendrá a ti y te consolará, bendiciéndote con muchas gracias para tu alma”. – Padre Pío

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SEGUNDO DÍA

San Pío de Pietrelcina, junto con nuestro Señor Jesucristo, has podido resistir las tentaciones del diablo. Sufriste los azotes y la opresión del demonio del infierno, que quería que abandonaras tu camino de santidad. Te suplicamos que ores por nosotros para que, con tu ayuda y la de todo el reino de los cielos, podamos encontrar la fuerza para dejar de lado el pecado y perseverar en nuestra fe hasta el día de nuestra muerte.

“Ten valor y no temas los asaltos del diablo. Recuerda esto para siempre; es buena señal que el demonio grite y brame en torno a tu conciencia, pues esto demuestra que no está dentro de tu voluntad”.  – Padre Pío

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TERCER DÍA

Virtuoso San Pío de Pietrelcina, amas mucho a nuestra Santa Madre y has recibido de ella gracias y consuelos diarios. Por favor, te rogamos que ores a la Santa Madre por nosotros. Pon en sus manos el dolor por nuestros pecados y nuestras oraciones de reparación, para que, como en Caná de Galilea, su Hijo diga “sí” a Su Madre y nuestro nombre quede escrito en el libro de la vida eterna.

“María tiene que ser la estrella que ilumine tu camino y te muestre el camino seguro para ir al Padre Celestial. Ella será un ancla a la que debes aferrarte en la hora de la tentación”. – Padre Pío

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CUARTO DÍA

Casto San Pío de Pietrelcina, amaste a tu ángel de la guarda, que te sirvió de guía y de defensor y mensajero. Los ángeles te trajeron las oraciones de tus hijos espirituales. Te suplicamos que ores por nosotros, para que aprendamos a invocar a nuestro ángel de la guarda que está siempre dispuesto a guiarnos al bien y evitar que caigamos en acciones pecaminosas.

“Invoca a tu ángel de la guarda, que te iluminará y te guiará. Dios te lo ha dado para tu protección, por lo tanto, debes usarlo en debidamente”. – Padre Pío

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QUINTO DÍA

Prudente San Pío de Pietrelcina, has tenido una gran devoción por las almas del Purgatorio por las que te has ofrecido como víctima para remitir sus castigos. Por favor ora por nosotros y pídele a Dios que nos envíe el mismo interés, compasión y amor que tu tenías por estas almas. De esta manera, también contribuiremos a reducir sus sufrimientos y, con nuestros sacrificios y oraciones, ganar para ellos las indulgencias necesarias.

“Dios mío, te lo ruego; déjame soportar los castigos que han sido preparados para los pecadores y las almas del Purgatorio. Multiplícame estos castigos, para que perdones y salves a los pecadores y liberes sus almas del Purgatorio.” – Padre Pío

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SEXTO DÍA

Obediente San Pío de Pietrelcina, has amado a los enfermos más que a ti mismo, porque supiste ver en ellos a Jesús. Has realizado muchos milagros al curar a los pacientes en el nombre de Jesús y, por lo tanto, darles tranquilidad. Te suplicamos que ores por nosotros, para que los enfermos, por intercesión de María, puedan ser sanados y sus cuerpos restaurados para que se beneficien del Espíritu Santo y, por tanto, den gracias y alabanza a Dios por siempre.

“Si supiera que una persona está afligida en su mente, cuerpo o alma, rogaría a Dios que la libere de su aflicción. De buena gana aceptaría la transferencia de su aflicción a mí mismo, para que él se salve, y pediría que se beneficiara de los frutos de estos sufrimientos… si el Señor me lo permitiera”. – Padre Pío

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SÉPTIMO DÍA

San Pío de Pietrelcina, has trabajado en el “Plan de Salvación de Dios” ofreciendo tus sufrimientos para liberar a los pecadores de las cadenas del diablo. Te suplicamos que ores por nosotros, para que los incrédulos se conviertan a la fe, que todos los pecadores se arrepientan de corazón y que los de corazón tibio encuentren renovado entusiasmo por la vida cristiana. Finalmente, ora por todos los fieles, para que perseveren en el camino de la salvación.

“Si la gente del mundo pudiera ver la belleza del alma cuando está en la gracia de Dios, todos los pecadores e incrédulos de este mundo se convertirían instantáneamente”. – Padre Pío

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OCTAVO DÍA

Purísimo San Pío de Pietrelcina, experimentaste un gran amor por tus hijos espirituales y los has ayudado comprándolos para Cristo con la entrega de tu sangre. Por favor concédenos, a quienes no te hemos conocido personalmente, la oportunidad de ser considerados tus hijos espirituales. De esta manera, con tu protección, guía y fortaleza, obtendrás para nosotros una bendición especial de Dios, para que nos encontremos con Él el día de nuestra muerte a las puertas del cielo.

“Sería muy gratificante, si Dios me concediera un solo deseo (si fuera posible); que dijera: “¡Entra al cielo!” Este es mi único deseo verdadero; que Dios me lleve al cielo al mismo tiempo que ha entrado el último de mis hijos y el último de las personas que se sometieron a mi cuidado sacerdotal”. – Padre Pío

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NOVENO DÍA

Humilde San Pío de Pietrelcina, tú que amaste a la Iglesia Católica Romana, ruega por nosotros. Que el Maestro envíe obreros a la mies y les dé la fuerza y el conocimiento necesarios para ser hijos de Dios. Ora para que nuestra Señora Santa una a los cristianos en todas partes, consolándolos a todos en el hogar del Señor, el faro de nuestra salvación en la tormenta de la vida… así como un faro es una luz para un regreso seguro cuando hay una tormenta en el mar.

“Deben mantenerse siempre en el camino recto y angosto en la Santa Iglesia Católica porque ella es la única esposa de Cristo y puede traerles la paz. Sólo ella posee a Jesús en el Santísimo Sacramento, que es el verdadero Príncipe de la Paz.”- Padre Pio

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Oración del San Papa Juan Pablo II a San Pío de Pietrelcina

El Papa San Juan Pablo II recitó esta oración en la canonización del Padre Pío el 16 de junio de 2002

Enséñanos, te rogamos, la humildad de corazón, para que seamos contados entre los pequeños del evangelio a quienes el Padre prometió revelar los misterios de su reino. Ayúdanos a orar sin cesar, seguros de que Dios sabe lo que necesitamos incluso antes de que se lo pidamos. Alcánzanos los ojos de la fe que nos ayuden a reconocer en los pobres y en los que sufren, el rostro mismo de Jesús. Sostennos en la hora de la tribulación y de la prueba y, si caemos, experimentemos la alegría del sacramento del perdón. Concédenos tu tierna devoción a María, madre de Jesús y madre nuestra. Acompáñanos en nuestra peregrinación terrena hacia la Patria bendita, donde también nosotros esperamos llegar para contemplar por siempre la gloria del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Oración de Intercesión a San Padre Pío

Querido Dios, Tú bendijiste generosamente a Tu siervo San Pío de Pietrelcina con los dones del Espíritu. Marcaste su cuerpo con las cinco llagas de Cristo crucificado, como poderoso testimonio de la Pasión y muerte salvadora de Tu Hijo. Dotado del don del discernimiento, San Pío trabajó incansablemente en el confesionario por la salvación de las almas. Con reverencia e intensa devoción en la celebración de la Misa, invitó a innumerables hombres y mujeres a una mayor unión con Jesucristo en el sacramento de la Sagrada Eucaristía. Por la intercesión de San Pío de Pietrelcina, te suplico confiadamente que me concedas la gracia de (aquí mencione su petición). Amén.

Di Gloria al Padre (3 veces)

 

Una oración de confianza en la misericordia de Dios

por San Pío de Pietrelcina

Oh Señor, te pedimos una confianza sin límites en Tu divina misericordia y el valor de aceptar las cruces y los sufrimientos que traen un inmenso bien a nuestras almas y a la de Tu Iglesia. Ayúdanos a amarte con un corazón puro y contrito, y a humillarnos bajo Tu cruz, mientras subimos al monte de la santidad, cargando nuestra cruz que nos lleva a la gloria celestial. Que te recibamos con gran fe y amor en la Sagrada Comunión, y te permitamos actuar en nosotros como deseas para Tu mayor gloria. Oh Jesús, corazón adorable y fuente eterna del amor divino, que nuestra oración halle favor ante la divina majestad de nuestro Padre Celestial.

Una oración a Jesús

por San Pío de Pietrelcina

Oh Jesús mío, dame Tu fuerza cuando mi naturaleza débil se rebele contra la angustia y el sufrimiento de esta vida de exilio, y capacítame para aceptar todo con serenidad y paz. Con todas mis fuerzas me aferro a Tus méritos, Tus sufrimientos, Tu expiación y Tus lágrimas, para poder cooperar contigo en la obra de la salvación. Dame fuerzas para huir del pecado, única causa de Tu agonía, de Tu sudor de sangre y de Tu muerte. Destruye en mí todo lo que te desagrada y llena mi corazón con el fuego de Tu santo amor y de todos Tus sufrimientos. Mantenme tiernamente y firmemente, cerca de Ti para que nunca te deje solo en Tu cruel pasión. Sólo pido un lugar de descanso en Tu corazón. Amén.

Poderosa oración sanadora

por San Pío de Pietrelcina

Padre Celestial, te agradezco por amarme. Te agradezco por enviar a Tu Hijo, nuestro Señor Jesucristo, al mundo para salvarme y liberarme. Confío en Tu poder y gracia que me sostienes y restauras. Padre amoroso, tócame ahora con Tus manos sanadoras, porque creo que Tu voluntad es que yo esté bien en mente, cuerpo, alma y espíritu.

Cúbreme con la sangre preciosísima de Tu Hijo, nuestro Señor Jesucristo, desde mi cabeza hasta la planta de mis pies. Echa fuera todo lo que no deba estar en mí. Elimina cualquier célula no saludable y anormal. Abre las arterias o venas bloqueadas y reconstruye y repón las áreas dañadas. Elimina toda inflamación y limpia cualquier infección por el poder de la sangre preciosa de Jesús. Deja que el fuego de Tu amor sanador pase por todo mi cuerpo para sanar y hacer nuevas las áreas enfermas para que mi cuerpo funcione de la manera en que lo creaste. Toca también mi mente y mi emoción, incluso los rincones más profundos de mi corazón.

Satura todo mi ser con Tu presencia, amor, alegría y paz y acércame cada vez más a Ti en cada momento de mi vida. Padre, lléname con Tu Espíritu Santo y dame poder para hacer tus obras para que mi vida traiga gloria y honra a Tu santo nombre. Te lo pido en el nombre del Señor Jesucristo. Amén.

Oración de abandono a Jesús

por San Pío de Pietrelcina

Señor, Dios de mi corazón, solo Tú conoces y ves todos mis problemas. Sólo Tú sabes que toda mi angustia proviene de mi miedo de perderte, de ofenderte, de mi miedo de no amarte tanto como debería amarte y deseo amarte. Si Tú, para quien todo es presente y el único que puede ver el futuro, sabes que es para Tu mayor gloria y para mi salvación que debo permanecer en este estado, que así sea. No quiero escapar de eso. Dame la fuerza para luchar y obtener el premio debido a las almas fuertes.